martes, 31 de julio de 2012

NUEVOS APRENDIZAJES

No he querido dejar de escribir este artículo, a pesar de que está más relacionado con mi vida privada (de la que no soy muy propenso a hablar), puesto que se vincula con mis nuevos aprendizajes.

Hace ocho años comenzaba la hermosa y muy gratificante carrera docente con un objetivo a alcanzar, el de ser maestro rural. Las vaivenes de la vida, sin embargo, me llevaron a trabajar en la capital de la provincia, en un centro educativo urbano que se encuentra en las antípodas del estereotipo de una escuela de campo.

El tiempo pasó y nuevas circunstancias me obligaron a tener que alejarme de la gran ciudad para, por fin, radicarme en uno de los pueblos de mi provincia que más quiero, por la historia que corre por mis venas, y por una realidad presente que me lleva a afrontar una situación familiar inexcusable.

Fue así que, más temprano que tarde y sin proponérmelo por estos días, concreté -aunque más no sea por una jornada- mi sueño de ser maestro rural. Esta primera experiencia quedará grabada por siempre en mi corazón como cuando tuve que despedirme de mis alumnos capitalinos.

Hoy tuve el privilegio de trabajar en el 3º y 6º Grado de la Escuela Dr. Nicolás Avellaneda de la comuna de Colonia Valtelina, ubicada aproximadamente a 23 km de Porteña. La comunidad, de unas 200 personas, se dedica exclusivamente a tareas rurales, en especial al tambo.

A la Prof. Mónica Lorenzatti de Raspo, Directora de la institución, gracias por su confianza.

Alrededor de las 9 horas, Chela sirve un té bien caliente para mitigar un poco el frío invernal.







El profe Horacio, feliz de la vida con los chicos de 3º Grado.

3º y 6º Grado, en una innovadora propuesta pedagógica, comparten una misma aula.

A pesar del intenso frío, los chicos de todos los grados juegan al fútbol en el patio de la escuela.

Con casi 60 años de vida, la escuela Dr. N. Avellaneda es un centro cultural importante en Valtelina.


Señal vial informativa a la salida de Colonia Valtelina


Siento con entusiasmo esta posibilidad de recomenzar otra manera de vivir. Lo que ayuda a la decisión es un mar de fondo, que se ha ido formando a través de hechos aislados que comienzan a entramarse, imágenes que nos sorprenden, libros que leemos. La gente que frecuentamos, un sentimiento de patria cuando estamos en el exilio. Algo diferente que se valora, que nos asombra y que sentimos como una utopía que se nos acercara. El cambio se da cuando nuestra mirada no se separa de ella.

La resistencia.
Ernesto Sabato.
Ed. Seix Barral, Bs. As. 2000. Pág. 144.


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